La historia del postillón de 12 años asesinado junto a Facundo Quiroga en 1835

Regionales 15 de febrero de 2024 Por Ariel Roggio
A 189 años de la masacre de Barranca Yaco, un periodista e historiador cordobés logró que haya un reconocimiento a uno de los niños que también murió en esa emboscada.

Este viernes 16 de febrero se cumplirá el 189° aniversario del asesinato de Facundo Quiroga y su comitiva en Barranca Yaco.

Entre las víctimas pocas conocidas de ese atentado esta el Postillón José Luis Basualdo que tenía tan sólo 12 años.

Desde mañana, una calle de Sinsacate y de Sarmiento llevarán su nombre.

Este proyecto de reparación histórica fue presentado por el periodista y escritor de El Diario de Villa Carlos Paz, Luis Hernán López.

La historia.

Un día antes del crimen en Barranca Yaco, en la posta del Ojo del Agua, un joven le advirtió al Secretario de Facundo Quiroga que antes de Sinsacate lo esperaba una emboscada.

El caudillo le dio las gracias, y le dijo que “no ha nacido todavía el hombre que ha de matar a Facundo Quiroga. A un grito mío, esa partida mañana se pondrá a mis órdenes, y me servirá de escolta hasta Córdoba. Vaya usted, amigo, sin cuidado”.

Quiroga volvía de un frustrado viaje al Norte.

Cuando en 1834 estalló un conflicto entre los gobernadores de Salta, Pablo Latorre y de Tucumán, Alejandro Heredia, le encomendaron viajar para mediar.

Al llegar a Santiago del Estero se enteró que Latorre había sido asesinado, y que Heredia había quedado el dueño de la situación; ya no se necesitaba de su presencia y emprendió el regreso. 

Al volver le dieron la advertencia y eso angustió a toda la comitiva. Es que Facundo tenía varios enemigos, entre ellos los hermanos Reinafé.

A la madrugada del 16 de febrero de 1835, José Santos Ortiz lo despertó y le advirtió que, si insistía en continuar el viaje, no lo acompañaría. 

Además de  Ortiz iban algunos peones, dos correos y dos postillones. Uno de ellos se llamaba José Luis Basualdo, de 12 años.

Cerca de las 11 de la mañana, 9 km antes de llegar a la posta de Sinsacate, donde el camino hacía una curva en el espeso monte de espinillos y talas, una partida de 32 hombres al mando de Santos Pérez le cortó el paso a la galera de Quiroga.

-¿Qué es lo que pasa? ¿Quién manda esta partida? -preguntó a viva voz, sacando la cabeza por la ventana. Serían sus últimas palabras.

Un certero disparo impactó en su ojo izquierdo. Otro le daría en el cuello.

Santos Pérez subió a la galera y atravesó con su espada varias veces al infortunado Ortiz.

El resto de los hombres se dedicó a matar al resto de los acompañantes. Nadie debía quedar con vida. Todos los cuerpos fueron degollados, incluso el de Facundo.

Luego, se repartieron el contenido del equipaje, llevándose hasta la ropa que traían puesta las víctimas. A los caballos los soltaron y el carruaje, con impactos de bala, lo escondieron en el monte.

Lo que Santos Pérez no percibió fue que desde el monte los estaban observando.

Dos correos, José Santos Funes y Agustín Marín, que acompañaban a Quiroga, cabalgaban un tanto retrasados y se salvaron.

El juez de paz local, en esa tarde lluviosa, mandó buscar los cuerpos de Quiroga y de Santos Ortiz, y los depositaron en la iglesia, donde esa noche fueron velados. Al día siguiente, el cuerpo de Quiroga fue llevado a Córdoba -donde fue enterrado en la Catedral-; y el de su secretario a Mendoza, a pedido de su esposa.

Todas las miradas apuntaron a los hermanos Reinafé -José Vicente, el gobernador de Córdoba; Francisco; José Antonio y Guillermo como los instigadores del crimen.

 

El postillón y su cruel asesinato.

El antiguo Camino Real unía el Virreinato del Río de la Plata con el Alto Perú. 

Con más de 3.000 kilómetros de extensión, aquel trazado era la principal vía de transporte, comercio y comunicación entre las ciudades de Buenos Aires y Lima. 

Entre posta y posta era normal que se sumaran a las comitivas postillones que guiaban y acompañaban a los viajeros.

Ese trágico 16 de febrero de 1835, en la "Posta de Macha" y rumbo a la "Posta de Sinsacate" se sumó José Luis Basualdo, un niño de 12 años hijo de una reconocida familia rural y que fuera degollado por la partida que lideraba Santos Pérez, autor material del asesinato de Facundo Quiroga y José Santos Ortiz.

"Señor Capitán, dice el sargento Barrionuevo que si fusila a los presos o que clase de muerte les da. Vaya Alférez (Dice Santos Pérez) y dígale que los degüelle a todos. Súplicas, lamentos, ayes, llantos, resuenan en el monte. El postillón de 12 años (José Luis Basualdo) llora desesperado llamando a su mamita...Al ser perseguido por la justicia luego del atroz crimen, Ese día murieron Juan Facundo Quiroga; su secretario, el exgobernador de San Luis, José Santos Ortiz; el correo José María Luegues; el postillón de 12 años de edad identificado como José Luis Basualdo; otro postillón sólo identificado como Serafín; el asistente personal de José Santos Ortiz, identificado como el Sargento Flores; y tres integrantes de la comitiva que nunca fueron identificados en ninguno de los sumarios.

En los sumarios ordenados por la justicia de Córdoba existen testimonios de cómo fueron ultimadas las nueve víctimas de ese atentado. 

El sargento de la partida de apellido Barrionuevo, dirigiéndose a su superior el Capitán Santo Pérez, le comunica que el Alferez Peralta espera órdenes para saber qué clase de muerte le da al correo José María Luegues, al Sargento Flores, a los tres asistentes de la galera que transportaba a la comitiva, al postillón identificado como Serafín y al postillón de 12 años identificado como José Luis Basualdo, que esperan aterrados, con las manos atadas y de rodillas en un bosque cercano a la tragedia. 

La respuesta recibida por Barrionuevo no fue otras que la que consta en los sumarios criminales donde Santo Pérez señala: "Vaya dígale que los degüelle a todos". 

Ante la atroz orden, el soldado "Benito Guzman", le ruega respetar la vida del "Postillón José Luis Basualdo" de 12 años de edad, por ser hijo de una familia amiga.

Ante la insistencia de Guzmán, recibe por parte del Capitán de la partida, José Santo Pérez, dos tiros en diversos puntos de su cuerpo, falleciendo días después en un lugar no precisado y escondido "para no revelar confidencia". 

En el lugar donde se encontraban aún con vida parte de la comitiva que no había sido ejecutada, se escuchaban ayes y lamentos y que el Postillón José Luis Basualdo lloraba desesperadamente llamando a su "mamita". 

Minutos después, Basualdo, fue ejecutado junto a los otros, siendo su único "error" haberse sumado a la comitiva para aprender el oficio, llegar a la Posta de Sinsacate para luego regresar. 

El niño de 12 años de edad había nacido en Villa del Totoral y era hijo de José León Basualdo y María Antonia Abila, un matrimonio que se contrajo en la misma Posta de Sinsacate en 1815.

José León Basualdo rescató el cuerpo de su hijo, que había sido sepultado en el lugar donde fue ejecutado, para darle cristiana sepultura en el cementerio de Villa del Totoral. 

Santo Pérez confesó su deseo de entregarse a la autoridades porque el grito de súplica de "Mamita" no lo dejaba dormir", relata Ramón J. Cárcano en su libro:  "Facundo Quiroga- Simulación, Infidencia, Tragedia".

A 189 años de ese horrible atentado, Sinsacate y Sarmiento decidieron bautizar con el nombre de “Postillón José Luis Basualdo” a calles de estas localidades. 

Ariel Roggio

Periodista

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