Intentarán iniciar el proceso de canonización del Pbro. José Bonoris

Historias caroyenses27 de enero de 2023 Por Ariel Roggio
La iniciativa es de un sobrino bisnieto del primer Párroco de Colonia Caroya, Eduardo Bonoris, que ya le anticipó al Padre Martín Cervato su decisión. Todo se basaría en el milagro del cólera de 1887.
Bonoris

Pedro Bonoris y su familia llegaron a Colonia Caroya en el primer contingente de inmigrantes friulanos que poblaron Caroya.

Su bisnieto, Eduardo Miguel Bonoris, anunció por Radio Comunicar que tiene la intención de iniciar el proceso de canonización del Presbítero José Bonoris, el primer Párroco de Colonia Caroya.

José -Giuseppe- fue uno de los ocho hermanos de la familia, de los cuales tres decidieron ser sacerdotes.

Según nos cuenta Eduardo, fue Pedro, ya en tierras caroyenses, quien solicitó a su hermano José a cruzar al Atlántico y sumarse a la nueva comunidad de colonos que necesitaban la ayuda espiritual.

En esos primeros tiempos, el Padre Ambrosio Ramos, sacerdote de Río Ceballos, era quien venía a la Capilla de Caroya. Pero los "gringos" querían alguien más cercano.

Aunque no hay registros, José Bonoris habría venido a la Argentina con otro de sus hermanos dedicados a Dios.

Y fue el milagro de 1887 lo que lleva a Eduardo a pensar en la idea de iniciar un proceso de canonización del cura que fue tan importante para la historia de Caroya.

"Para esto se requiere de un tiempo largo, pero parte cada pedido de un accionar heroico de quien vos propicias como Santo. Yo lo tomaba como referencia al Cura Brochero, que después de 30 años de su fallecimiento se inicia el proceso. Y hago esta referencia: en ese hecho del cólera, se producen cuatro situaciones. La primera fue la ayuda heroica de Bonoris para con los enfermos; luego, a pedido del Presbítero, los colonos empiezan una Novena de rezos y ocurren otras dos cosas importantes: se termina la epidemia y se salvan los enfermos. Y la cuarta es la promesa de los colonos de llevar a la Virgen del Monserrat en procesión cada 2 de febrero", nos contó Eduardo.


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La historia del milagro.

A fines de diciembre de 1886 , se hizo presente en Colonia Caroya la tan temible epidemia del Cólera.

Arrebataba de manera drástica e implacable, las vidas de muchos colonos sin respetar tiempo ni edad. Quién era atacado por el terrible mal, no tenía alternativas.

En enero del año siguiente continuaba el flagelo ante la desesperación e impotencia de los colonos y frente a la falta de medios para combatir el mal.

La historiadora y escritora caroyense Martha Canale cuenta la historia con mucha emoción: gran parte de los testimonios que fue escuchando durante su vida están plasmados en el libro "Fare l´América", publicado en el año 2001.

Su nono, Nicolás Canale, era el sepulturero y junto a otros tres hombres se encargaban de cavar las tumbas para enterrar inmediatamente a las personas que fallecían por la terrible enfermedad.

Incluso, se conocen casos de personas que fueron enterradas en estado cataléptico (no estaban muertas biológicamente, pero yacían inmóviles en sus catres) y ante la menor sospecha de haberse apagado sus signos vitales, los sepultaban para que el virus del cólera no contagiara al resto de la familia.

La mayoría de los casos ocurrió entre diciembre de 1886 y enero de 1887. Se cree que el cólera llegó desde países limítrofes. "Vino en tren", dijo el historiador Esteban Dómina. 

En aquellas épocas, el Gobernador mandó a Caroya a un estudiante de medicina que les daba un brevaje a los enfermos, pero estos morían a las pocas horas.

Algunos sospechaban que había una orden de acelerar la muerte para que la enfermedad no siga expandiéndose en un pueblo que recién se estaba gestando.

Los propios colonos veían eso y Martha es contundente: "Lo sacaron del pueblo a los patadones".

Fue entonces que el Pbro. José Bonoris, sacerdote friulano enviado especialmente por pedido de los colonos, convocó a todos para una jornada de plegarias y oraciones en la Estancia de Caroya, donde estaban la imagen de la Virgen del Monserrat.

"Vengan todos, solo se queda uno a cuidar a los enfermos graves", fue el pedido del Cura.

Después de una manifestación de fe -la más importante de la historia de la Colonia- el milagro se produjo: los enfermos habían sanado y ya nunca más hubo casos de cólera en Caroya.

El 26 o 27 de enero, el Padre José Bonoris convocó a todos a concurrir a la Estancia y en la Capilla de la vieja Casona rogaron, con lágrimas y una fe grande en Dios y en la Madre de Monserrat, el cese de la epidemia formulando solemne voto de llevar a la Santísima Virgen en procesión.

Después de los rezos, los enfermos se sanaron y nunca más hubo casos de cólera en Caroya. 

El 2 de febrero, una semana después del milagro, es el día de la Virgen de la Candelaria. Esa fecha fue usada para cumplir la promesa que ya tiene 133 años.

Después del voto del cólera, acompañados y estimulados por el Pbro. Bonoris, pensaron los colonos en tener su propio templo. En el año 1888 fue colocada la piedra fundamental, y en mayo de 1898 se festejó la inauguración y bendición del templo Parroquial.

Desde el 2 de febrero de 1887 se realiza la procesión a la Virgen. En sus primeros años era desde la Casona de Caroya por la calle ancha ( Avda. San Martín).

Después de construido el Templo, le fue cedida la Imagen, continuando desde allí la procesión por la misma calle ancha, en frente a la parroquia.

  

Ariel Roggio

Periodista

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